Es muy fácil verme enganchado a una serie de televisión. Desde adolescente he ido convirtiéndome en fiel seguidor de las historias televisivas y aunque las películas ocupen ahora el primer puesto de mi predilección por los productos audiovisuales, las series se quedan en un seguro segundo puesto. Al margen de esto, voy a hablaros hoy de Gossip Girl.
Gossip Girl narra la vida de unas cuantas familias pertenecientes a la clase alta de Manhattan. Narrada por una voz omnisciente (en original, de la adorable Kristen Bell) que se hace llamar como el título de la serie y que escribe un blog en el que cuenta todo lo que nos va enseñando la serie.
Todo comienza con la vuelta a la ciudad de Serena, diosa entre las diosas, la más guay de los más guays de Nueva York hasta que, misteriosamente, desaparece durante seis meses. A su alrededor, lujo, dinero, drogas, alcohol, problemas familiares, problemas sentimentales y un largo etcétera de convulsiones que tiene que ir solucionando tras su sonado regreso.
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Le acompañan Blair, su mejor amiga; Chuck, el más sinverguenza de los adolescentes y Nate, novio de Blair pero enamorado no tan secretamente de Serena. Todos ellos forrados hasta las mismísimas narices. Los únicos que se sales del círculo de dólares son Dan, que consigue robar el corazón a la ahora cambiada protagonista, y su hermana Jenny, dos jóvenes sencillos y criados fuera de los cánones glamourosos del alto Manhanttan pero demasiado unidos a ello.
Visiblemente parecida a The OC, GG ha conseguido cautivarme. Los que me conocen ya saben que la suma (OC + Grey = GG) ha sido suficiente para que ya vaya por el noveno capítulo de la primera temporada. De momento, el guión no para de girar, los personajes no paran de autotorturarse y yo, por muy mal que pueda sonar mi fidelidad a una serie de un estilo como el de GG, no paro de disfrutarla.
1 comentario:
Pastelada, metes el vhs en el café y te sale azucarado.
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