Solo

Ir solo. Viajar solo en el autobús. No hay mayor paz. Te sientas en la ventana y piensas. Te evades de todo. No te importa lo que haya al bajar, puesto que estás descansando. Te da igual que parada viene y en cual tienes que bajar. Sólo quieres quedarte sentado durante horas. Que la gente suba y baje, pero que no te moleste. Reflexionas. Sobre ti, sobre tu vida, filosofas sobre cualquier cosa que aparezca. Estás en un estado magnífico. Eres tú y solo tú. Viajas solo en el autobúa. Vas solo.

Tecnologías solicitadas

Las tecnologías cambian y, como ha de ser, los autobuses se han adaptado a ellas. Yo no soy mecánico ni lo intentaré nunca, asi que me centraré en las cosas que puedo observar a simple vista.
¿Nadie se acuerda de los antiguos billetitos? Yo he cometido el error de no guardar ninguno. Ahora cada vez que compras un billete te sueltan esa media cartulina cuando antes llevábamos ese pequeñito trocito de papel con unas letras negras y otras rojas y que nadie entendía pero guardaba orgulloso en la mano.
¿Y los sonidos de las llamadas? Antes al bajar pretabas el botoncito (cuyos modelos cambian según vehículos) y se oí un grandioso ping en la parte delantera y se iluminaba el cartelito. Ahora, no se oye nada y las dos maravillosa palabras salen de la nada en un pequeño panelillo negro.
Los asientos también han cambiado mucho. Ahora algunos incluso llevan reposabrazos.

En fin, me encantaría volver a subirme en uno de sus autobuses viejos, con los asientos naranjas, con el billetito pequeño, el ping y el escalón sonoro de la bajada.