Aquí no hay playa

Hoy he visto a una chica. Ya la había mirado antes, en el autobús, pero hoy la he visto. Y me ha gustado. Si. Me ha gustado.

Es más joven que yo, unos dos años menos. Morena, y de ojos extraños. No muy grandes pero atrayentes. No sé que carrera estudia, pero pocas opciones hay. Ahora iré donde estaba ella para decirle cualquier tontería. Cualquiera con tal de que me reconozca, porque ya nos hemos mirado antes. Mirado, aún no visto. Que me reconozco y que se acuerde de mí.

Vaya chica. Pero no como la misma en la que he vuelto a caer. Tras diversos maremotos, parece que vuelvo siempre a la misma isla. La chica ésta me ha gustado. Pero no tanto como tú. Para nada. Aunque bueno... ¿debería buscarme otras playas?

Crisis existencial

Cuando crees que estás preso del más retorcido pero soso de los capítulos de la más sensacionalista de las series, estás dentro de una crisis existencial.
.
Cuando las metas y objetivos de tu alrededor aparecen como si los pusieras tras un cristal, entonces estás dentro de una crisis existencial.
.
Cuando la valentía ha desaparecido y decides volver a tu cobijo con máscara, entonces estás dentro de una crisis existencial.
.
Cuando una de las historias más bonitas que has vivido, finalmente parece llegar a su fin, y te duele, entonces estás dentro de una crisis existencial.
.
Cuando te replanteas principios que antes creías básicos e inamovibles, pero una sola persona es capaz de derrumbarlos de un solo golpe, estás dentro de una crisis existencial.
.
Cuando tu vida amorosa es un pozo sin fondo en el que no paras de echar moneditas que nunca volverán hacia arriba, entonces estás dentro de una crisis exitencial.
.
Cuando llueve, está oscuro, y sólo quieres andar escuchando cantautores suicidas. Cuando piensas en cuestiones que sólo el peor de los dramas puede provocar, estás dentro de una crisis existencial.
.
Cuando tienes a los mejores amigos que pudieras pensar a tu alrededor, es el momento de salir de la crisis existencial.

Iracunda manifestación

La ira. Quizá el más derrotista de los sentimientos. Y el más cruel de los siete pecados capitales. Pero lo más característico es que puede aparecer sin más. Sin ton ni son. Sólo necesita una pequeña chispita, como la gaslina. Pero cuando aparece...
.
Tras 96 horas de consejos sentimentales, vida bohemia elevada al cuadrado y demasiadas sorpresas que ni el body ni la mind pueden soportar tan de repente, regreso a mi humilde y rutinaria vida. Y al parecer he vuelto irascible. Quizá un tanto.
.
Una vez más es el género humano es el causante. Más el femenino que el masculino, pero para todos hay tela. Una tela porque sigo sin poder entenderos, me frustra no conocer la psique femenina, un auténtico pozo sin fondo, del que puedes esperar lo que quieras. E incluso pueden partirte el corazón con tres simples palabras, como por ejemplo no-te-quiero. Otro trocito para nosotros, por nuestras mil y una vueltas de cabeza.
.
Quiero entenderos, entenderme y entenderte. Pero no puedo. Ni a ti, desde Barcelona; ni a ti desde Sevilla, ni a ti, Diego, desde Zaragoza. A una por sus cambios; a otro también por su cambio; a mí por mis cambios de humor. Ahora estoy iracundo, pero eso se pasa. Lo vuestro, no. O si. Espero que si.

Camino

Pocas veces he dedicado mucho espacio a una película dentro de este blog, pero hoy creo que merece la pena ya que ayer pude ver "Camino", de Javier Fesser.
La película cuenta la historia de Camino Fernández, una niña educada dentro de los cánones religiosos del Opus Dei, que se enamora del teatro y un amigo poco antes de que le sea diagnosticada una irreversible enfermedad mortal que poco a poco la va consumiendo.

Desde el momento en el que se le diagnostica la brutal enfermedad, Camino va intentando poco a poco superar todos los obstáculos que le evitan cumplir sus simples sueños: uno es aparecer en una obra de teatro. Otro, volver a ver a su hermana, ordenada numeraria a los dieciocho años y de la que no tiene apenas noticias. Y el último, por supuesto, conseguir el amor del chico del que se ha enamorado, a pesar de tener tan sólo doce años.

"Camino" se basa en el caso real de Alexia González-Barros, una joven en proceso de beatificación por la fortaleza y fe con las que asumió su enfermedad. Sin embargo, el propio nombre de la protagonista hace inevitable la relación del film con la obra cumbre del Opus Dei, "Camino", cuyo autor no es ni más ni menos uno de los mayores embusteros de nuestra historia: (me niego a llamarlo santo) José María Escrivá de Balaguer.

Pero bueno, a lo que vamos, la película. A mí me encantó. Me esperaba sinceramente una oda al Opus Dei, pero visto lo visto, he llegado a la conclusión de que tiene un tono de burla muy bien marcado. La comparación con el clásico Disney, "La Cenicienta" (och!) me pareció brutal, así como el guión, quizá no de una originalidad tremenda, pero sí tan ácido que llegas a convencerte del excesivo poder que conlleva transportar la fe hasta extremos tan alejados, algo de lo que hablaré en otro post.

La calidad de "Camino" me pareció increíble, especialmente la de las pesadillas de la cría. Pero, una vez más, lo que más me maravilló amén de la historia y la película global, fue el reparto.

Nerea Machado, la niña, muy grande pese a su corta edad. A un crío no le puedes pedir más. Mariano Venancio, brutal como padre ingenuo y coraje, encadilado completamente de su hija. Manuela Vellés, acojonante como la hermana numeraria de la joven Camino. Pero sin duda la más grande fue:

Carmen Elías (chica Almodóvar en "Tacones lejanos"), que borda el papel de Gloria, una madre excesivamente creyente, afincada en las reglas del catolicismo más feroz y que llega a calificar a su hija como "préstamo". Genial, increíble, fantástica. Sin duda alguna, Elías será recompensada en los próximos Goya.

"Camino" es, al final, una película dura, frustrante, larga pero maravillosa, abierta a mil y una interpretaciones y conclusiones. Yo las mías ya las tengo, ahora te toca a tí.
Para vivir así la religión, hazte ateo.

Romper

Las rupturas siempre duelen. Cualquier ruptura. Incluso aquella que rompe algo que todavía no se ha construido. Esa es quizá la peor de todas.

Tenemos la ruptura entre matrimonios, conocida como divorcio. Entre ideales, conocida como intransigencia. Entre confianzas, conocida como traición. Entre amantes, conocido, puramente, como "romper".

Pero ¿y si aún no tenías esa confianza, ese matrimonio o esos ideales? ¿y si sólo tenías ese principio de relación, aún muy alejado...? ¿se considera ruptura?Es decir, tienes un principio de relación. ¡O ni eso! Aún no has dado nada de tí y la otra persona sólo un poco. Y entonces rompeís. O no, no lo sé. Dais punto y final, eso sí. Abortáis esa posible relación.

¿Es entonces romper, negar una relación? ¿Deberíamos sentirnos mal por hacerlo?Creo que no es "romper", porque aún no había nada que "romper". Ha habido una esperanza, un intento. Y eso es lo que nunca deberíamos romper.

Entonces, ¿hemos roto?

Unos pocos estados deciden

Ya queda cada vez menos para saber qué candidato ocupa el despacho oval de la Casa Blanca y tres estados se han convertido, como pasara en el 2004, en la clave de esta decisión. Ohio, Pensilvania y Florida encabezan una lista de estados que actuarán como bisagra, inclinando la balanza al partido de los elefantes o al de los burros.





Ohio, Pensilvania, Florida, Colorado, Nuevo México o Michigan son sólo 7 de los casi doce estados americanos que podrían determinar si Obama se convierte en el primer presidente afroamericano del país o la estela republicana continúa durante varios años más.

El sistema electoral estadounidense otorga a cada uno de los estados un número de votos electorales directamente proporcional a su población (así, New Hampshire tiene 4 votos, Florida 27 y California 54). En la mayoría de estados, exceptuando los casos de Maine o Nebraska, el candidato que más votos obtiene en el estado se los lleva todos.

Recolectando estos votos, los candidatos tienen que conseguir un total de 270, es decir, la mitad más uno, del Colegio Electoral, órgano que final y oficialmente nombrará a uno u otro, Presidente de los Estados Unidos.



Me fascina, para bien y para mal, la política estadounidense y aún no sé la razón. Eso sí, ya queda menos para que esta agotadora campaña vea su fin.

"Si quiero"

Ayer fui invitado a la boda del hermano de uno de mis mejores amigos. Obviamente, no a la ceremonia y el convite, pero sí a la parte más, digamos "festiva". Y, como cada vez que voy a una boda, me entraron más y más ganas de celebrar la mía.

En mi época de rebelde adolescente negaba toda posibilidad de contraer matrimonio. Ahora, más sumergido en una corriente bohemia, estaría dispuesto a hacerlo incluso por la Iglesia. El simple hecho de reunir a toda tu familia y a todos tus mejores amigos, el mismo día, en el mismo lugar, y con la excusa de ver como te unes a la persona de la que estás enamorado tiene que ser el mejor sentimiento del mundo.

Ayer, en la fiesta, los amigos y amigas de la pareja fueron los que más la animaron y las lágrimas y abrazos cayeron continuamente. De hecho, la despedida fue sublime: todos los invitados en coro, rodeando a los novios y con el fondo del (grandísimo) Nino Bravo y su "Un beso y una flor". Al final, todos los hermanos y los mejores amigos de la pareja acabaron abrazados a ellos y el resto de los invitados aplaudiendo.

Vaya, que a un servidor se le escapó alguna que otra lagrimita... Vale, más que a la novia, pero me da igual.

¡Quiero mi boda!

Salud

A veces creo que me enamoro tanto que me entran ganas de vomitar. No entiendo por qué pero cada vez que pienso en ella me da un vuelco tan grande el estómago que creo que voy a vomitar.

O peor, a veces la sacudida llega hasta el cerebro, recorriendo una a una todas las partes de mi cuerpo. Es una sacudida que me marea y que me desestabiliza. Debo empezar a olvidarte.

Ahora ya es cuestión de salud.

Sitges II

Vuelvo a paralizar el blog y todas mis redes sociales por el Festival de Cine de Sitges. Me largo de nuevo con dos cabrones, a los que nunca me cansaré de decir que quiero, a las tierras catalanas. No quiero describir sentimientos porque son los mismos que el año pasado, pero con una pequeña seguridad añadida.





Y si el cine es un sueño, puedo afirmar orgulloso que estoy empezando a dormirme.