
Está claro que Rajoy se nos ha desatado. Ese títere que pronuncia mal, colocado por Aznar como un muñeco de ventrílocuo para seguir controlando el partido, se está empezando a desmelenar. Y toda esta liberación le va a costar, a lo tonto, su desaparición.
Lo más significativo, los cambios que ha hecho en su plantilla: la desaparición de Acebes y Zaplana, y con ellos "la vieja guardia" del PP, de la primera línea sólo ha conseguido que miembros tan notables como Mayor Oreja se le echan encima. Ya hay quien, incluso, está empezando a echar de menos a Aznar. El nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría, que tan mal ha caído sobre algunos barones del PP, o la guerra entre Gallardón y Aguirre no hacen sino debilitar la figura de Rajoy como líder.

Con San Gil, Aguirre y Sáenz de Santamaría unidas, con Gallardón abucheado, con Mayor Oreja y Álvarez Cascos soplando por detrás, con Acebes y Zaplana desaparecidos, con Arenas pasando de todo y sin una estructura clara, Mariano Rajoy sólo está convirtiendo al PP en un caos del que sólo unos pocos saldrán victoriosos. Rajoy es, tal y como diría Risto Mejide: un yogur. Un político al que, al sacarle de la segunda línea y colocarle en la primera, se caduca.