Niños

Los niños son incómodos. Todos los sabemos. Te pueden gustar o no, pero no se puede negar la realidad: las dulces criaturas son molestas e incómodas.El autobús es el mejor ejemplo para ver como estas diminustas bestias son un estorbo para el usuario. Comen, gritan, se agitan, lloran...Un tormento para el que ha tenido la mala suerte de escoger un asiento en el que paradas después un niño iba a apoyar su lindo trasero.
La última vez que viajé con un chavalín cerca fue en el 33. Yo iba muy feliz con mi iPOD, y cuando ese proyecto de persona se situó justo detrás de mí, la paz que me otrogaba la plácida voz de Amaia Montero se fue a la mierda. Patadas, quejas y gritos. La mamá iba tan sumamente harta de su óvulo fecundado cinco años atrás que decidió pasar de él como George W.Bush (hijo) de la ONU.
Por supuesto, ni se te ocurra mirar mal al niño. Incluso de pederasta pueden acusarte. Lo mejor es no meterse y sufrirlo en silencio, subir el volumen de tu iPOD o cerrar el libro. Si Jesucristo, Betty Missiego y Michael Jackson han sobrevivido a los niños, los demás hemos de hacerlo.
Con un último esfuerzo de sentido paternal afirmo: "Ay, los niños, nos dan la felicidad y nos la quitan"

1 comentario:

petra dijo...

Estimado Estupendísimo y Caballeros Diego:

He de comunicarte que estás empezando con buen pie. Esto de un blog sobre las historias de autobús, me parece algo abrumador. Me has dejado patidifusa, anonadada, completamente alucinada, estremadamente perpleja y muy muy sorprendida.

Precisamente por eso, he procedido, de manera culta, alta y con clase, a escribirte un comentario en ésta, tu primera entrada.

Entre todos nuestros viajes en autobús (casi los mismos porque somos vecinos) he podido tener más de mil y una experiencias diferentes. Y podría hacerte una lista con cada una de ellas. Pero voy a dejar, que este blog, siga el curso que tú realmente quieres. Esto no quiere decir, que si quieres explicar algo nuevo, y no sabes el qué contar, vengas a consultarme. Has de saber, que no voy a tener ningun problema.

Un caballero debería comprender, que los niños en el autobús son un caso aparte. Como bien relatas, dan más el coñazo que una abuela masticando chicle, que un panchito gritando y cantando reggetón, que un gitano con los churumbeles y la bolsa con el pescado y la verdura en el asiento contiguo, o que un chaval pastillero con la música Coliseum que la oye hasta el conductor. Son otro mundo. Además, la mayoría de ellos terminan heridos ... Quiero decir, heridos porque sus padres les pegan (por haberse portado mal); heridos por que se pillan los dedos o pies con la puerta trasera; heridos por caerse de morros del asiento; o heridos por haberse dado un cabezazo con el cristal.

Preferiría estar absenta de cada una de estas situaciones. Y que, aunque siempre leo y escucho música, no me entero de nada (tu lo sabes bien) pero ... no pasan desapercibidos.

Espero que sigas dedicando entradas a este "nuevo club-social" de la vida en el autobús, donde no sólo nos pasamos un 15% de nuestra vida ... yo me atrevo a decir que me paso el 25% o 30%.

Un gigantesco, amoroso, clandestino y precioso beso de tu p***** favorita.