Un cristal, un yo. Y no me lo da Ikea.

Siempre he pensado que el mejor invento del autobús son los cristales. Cada vez que decido sentarme, intento coger siempre el asiento de la ventana. Puedes ver absolutamente todo. Ves la máscara de la realidad. Gente que no conoces. Realmente no te importan nada, pero los ves. Son segundos y ya crees conocerlos. Si otra vez pasan cerca de tu autobús, no te acordarás pero los volverás a ver. Ves mujeres, niños, hombres, los ves como oculto, como desde un punto de vista alejado. Ellos no lo saben, pero observas como caminan, qué hacen, qué llevan puesto, si sin rubios, morenos, pelirrojos.

Ves a los coches. A los edificios. Y profundizas en tu interior. Te descubres a tí mismo pensando. Algunos lo harán sobre Sócrates. Otros sobre los cástings de Factor X. Yo lo hago sobre mí. Sobre mi gente. Sobre todo lo que voy a hacer y he hecho. No me da tiempo a encajar todo lo que se ve,puesto que los conductores suelen correr bastante así que pienso sobre aquello que creo conocer mejor: yo y mis circunstancias.

Y a mi, todo eso, me encanta.

2 comentarios:

Freud-Seraphin Stanlake dijo...

Pues pibe, ¿qué quieres que te diga? Me ha encantado lo que has puesto, realmente profundo y emotivo, pero no lo comparto. Odio los autobuses, tanto por dentro como por fuera. Odio sentarme en la ventana porque siempre caes enla tentación y te apoyas en el cristal, pero ese cabrón vibra y te destroza la oreja. Además cuando quieres salir siempre tienes que hacer que el otro se levante. Y ojo como haya mucha gente de pie, todo se convierte en una odisea: abuelas (pero no abuelas ancianas que es un placer donárles tu sitio, sino cincuentonas menopáusicas) que intentan conseguir tu sitio antes de haberte levantado, codazos de inoportunos cabrones que se quejan porque le hayas dado con tu nariz en su codo...

Pero desde tu punto de vista, la escoria de los autobuses no están tan mal.

Reverendo Gore dijo...

Tremendamente cierto, te falta un paso para ser un filósofo y es el llevar toga y lucir una fantástica barba blanca (o puedes optar por un barril de madera).
Siempre que puedo intento coger la ventanilla, me encantaba imaginarme una persona corriendo en los cortamiedos de las carreteras y sentir el tacto frío del cristal.
Lástima que el que los diseñara no contara con que muchos tendemos a apoyarnos en él, sufriendo los estragos de la vibración y no pudiendo echar una cabezadicita.
¿Te has parado a pensar en la gente que te observa tras el cristal del autobús cómo si no te pudieran ver?Y tú te quedas mirandoles fijamente, pensando "menudo gilipollas eres, te estoy viendo", salvo si es una chica simpática a la vista, entonces te haces el interesante y posas.

El autobus es para los pobres que no tienen dinero para andar.