Adios, querido Fluvi

Ayer, oficialmente, finalizaban los tres meses de duración de la Exposición Internacional de Zaragoza 2008. En una ceremonia, a mi parecer cutre, en la que primó más sacudir la bienaventurada imagen de sus majestades y de todos los apestosos ricos que se han beneficiado de ella (que por cierto, son los que me han pagado) que de dar al pueblo, que es quien la ha visitado, un buen colofón. Fuegos artificiales de verbena. Muchos, correcto, pero de verbena.

He tenido la oportunidad de trabajar en la EXPO. De algún modo si mis hijos me preguntan si yo estuve allí les podré decir que si. En el pabellón de la Santa Sede.

He intentado tomármelo como un trabajo de verano. Y lo he conseguido. Visité varios pabellones por puro instinto de turismo, que mi padre bien ha hecho en inculcarme, pero nada más. Con lo que he disfrutado ha sido con la gente que he conocido, aunténticos amigos ya consagrados.

Con la despedida de la EXPO hubo que despedirse de ellos, y así fue. Despedirme de la muestra fue extraño. Estoy orgulloso del crecimiento que ha sufrido mi ciudad, y confío plenamente en que no seamos tan zopencos de fastidiarlo ahora. No sé, prefiero tener un campo empresarial, en el que mostrar esperanzado que también tenga su espacio para la cultura, a tener un descampado.

En fin, han sido tres meses en los que me he quitado la verguenza un poquito, en los que he aprendido que hay jerarquías irreductibles, en las que he sabido sacarme las castañas del fuego y en los que he conocido personas que me han marcado a fuego.




















Quiera o no, siempre recordaré a EXPO2008


5 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Unknown dijo...

Chaval tu no te enteras de nada.- Mira que estar orgulloso de ese pabellón con capilla y todo que muestra oror y riquezas cuando el mundo se muere de hambre. Vergüenza debería darte, en serio... Bueno es que si estás en la San Jorge no me extraña que no te des ni cuenta jajaja.Por cierto, tienes demasiados comentarios censurados. Por algo será ¿No?

magnica dijo...

Pues yo también estoy orgullosa de haber trabajado en el Pabllón de la Santa Sede. Si después de visitar el pabellón sólo te quedas con que hay una capilla siento decirte estimado Rubén que dice mucho de tí,y no demasiado bien. POrque claro, ver el pabellón del vaticano no es guay, sin embargo ir a visitar una mezquita, en la cual tienes que descalzarte, taparte las piernas y los hombros es exótico.

El trabajo en Expo habrá sido mejor o peor, habrá sido diferente a lo que yo esperaba, pero sin duda alguna ha sido enriquecedor, una experencia más con miles de anécdotas que poder contar a mis nietos. Sí, yo podré decir que estuve allí, que formé parte de esto, de la Expo, de aquél evento que impulso la ciudad en la que nací.
Y en la que sobre todo conocí a personas que me aportaron mucho más de lo que se pueden imaginar.

Besos mil!